
La lentitud muscular de las aguas guía el febril espacio para hacerse volar en la noche más propicia.
Así añora la luz su destino bilingüe de acero inútil, el espejo de sus discípulos inertes que vuelven hacia donde saben que sólo podrán hacerlo con la noche a cuestas, con esa misma noche que cae ahora sobre la espalda de un tiempo encendido de palabras que acaso no son nada, o son fuga sólo de una nada clara y en voz tan baja que apenas se escucha, perdida, húmeda y como ausente.